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    Cifuentes puede caracterizarse como un pueblo creyente pero no religioso. En el sentido de la práctica activa de las creencias, abundan los que “se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena”. Si bien, aún la mayor parte de la población sigue declarándose católica, la afluencia de creyentes a las tres iglesias no se corresponde con ello. Se mantienen las  prácticas de celebrar la Semana Santa, aunque ya pocos mantienen la abstinencia  voluntaria que impone la tradición, la celebración de la nochebuena era la más arraigada, incluso por encima de la despedida de año, al menos como fiesta familiar. Las condicionantes políticas y sociales luego del triunfo de la Revolución debilitaron esta fiesta, dándosele más connotación a la despedida del año, sobre todo al coincidir con la fecha del triunfo revolucionario en 1959; pero alejada del contenido religioso.

    Cada uno de los poblados, como su origen español lo justifica, cuenta con su santo patrón. Cifuentes tiene a Santa María Magdalena que celebra su fecha el 22 de julio,  Mata a San José que lo hace el 19 de marzo y San Diego del Valle a La Purísima Concepción de María que celebra su fiesta el 8 de diciembre. Desde la misma fundación con más o menos magnitud se celebraban las fiestas patronales de acuerdo a la realidad de cada época.

    Las fiestas patronales de mayor esplendor fueron en las décadas del 1940 al 50. Generalmente se caracterizaban por una misa en la iglesia, posteriormente una procesión a lo largo de la calle central y  la concluía  una verbena popular, con juegos de azar, carruseles para los niños, venta de fiambres donde se destacaban el pan con lechón que nos identifica y en su momento nos dio reconocimiento nacional así como la empanada criolla. En las Sociedades de Instrucción y Recreo se organizaban bailes con orquestas. Al triunfo de la Revolución  se presentaron contradicciones entre la iglesia y el estado en momentos muy tensos  caracterizados por todo tipo de agresión, lo que determinó que se suspendiera la realización de este tipo de celebración con carácter masivo, circunscribiéndose  a la  interioridad del templo. Al perder este carácter  desde los años 60 del siglo XX ya no se ha trasmitido a más de una generación. En la actualidad el estado favorece la realización de estas fiestas; pero la iglesia responde de forma muy limitada y en ocasiones han mostrado desinterés en su realización.

    Vinculados a las creencias católicas con un matiz popular existe la tradición de realizar velorios dedicados fundamentalmente a San Lázaro el 17 de diciembre, a la virgen de la Caridad del Cobre; patrona de Cuba el 8 de septiembre, y con menor frecuencia a Santa Lucía el 13 de diciembre. Algunas personas encienden velas sin convertirlo en un velorio popular como tal. Desde hace algunos años  ha tomado fuerza realizar velorios el 28 de octubre a San Judas Tadeo, lo que se explica por las situaciones críticas que se viven en el mundo, matizadas por pandemias, crisis económicas,  guerras, terrorismo, cambios climáticos, todo lo que de una forma u otra afecta a cada uno de los seres vivos y San Judas se considera el patrón de los casos difíciles y desesperados.

    Los velorios en épocas anteriores al triunfo revolucionario fueron una de las distracciones más gustadas por los campesinos ya que se convertían  en una fiesta. Éstos se realizaban el día del santoral a diferencia de la zona urbana donde predomina la santería  dependiente de la religión yoruba que acostumbran a iniciarlo el día de vísperas.

    Con la formación de las cooperativas de producción agropecuaria, la mayoría en las zonas suburbanas, el campo y el pueblo se fusionaron y actualmente tanto en la ciudad como en los campos se realizan los velorios que ya algunos llaman veladas,  se mezcla con la santería y se introducen elementos que nunca existieron como bailes con música grabada, vestirse del color que es atributo del santo, rezos colectivos y  se han perdido los juegos.

    Cercanos a las fechas señaladas pueden verse personas que deambulan de casa en casa portando imágenes de estos santos de gran arraigo recogiendo dinero, lo que constituye el cumplimiento de una promesa hecha a cambio de obtener alguna solución para sus problemas. En la mayoría de los casos son personas de otros poblados cercanos y algunos  son embaucadores que tratan de vivir de la ingenuidad y la buena fé de los demás. Algunas personas en días señalados usan prendas de vestir confeccionadas con sacos y los viernes es el día de más ventas de girasoles.

    Las religiones de origen afrocubano tienen una fuerte presencia a nivel familiar. Aunque predomina por tradición entre las familias de origen negro no es exlusivo de este grupo. Sin embargo a pesar de ser Cifuentes un territorio donde hubo grandes dotaciones de esclavos, abundantes ingenios y una población numéricamente alta de ese antecedente no es frecuente encontrar personas que estén en el proceso de  Iyaboraje, son pocas las personas que llevan puestos collares u otros elementos simbólicos. En la cabecera municipal sólo se identifican dos casas templos que practican estas religiones de manera activa. La casa de Enriqueta Moré sita en calle línea, final y la de Marisela Escobar y Lázaro Mesa en el Callejón de La Magdalena.

    En Cifuentes han existido espiritistas de reconocimiento en la comunidad como Felipe Calvo, Juan Medina, Angelita Tejedor;  tanto practicantes del espiritismo cruzado como en su variante científica; pero en las últimas décadas esta práctica  ha quedado en manos de los santeros y aunque se conoce de algunos grupos en Cifuentes y San Diego del Valle que realizan sesiones,  ninguna está inscripta en el registro de asociaciones,  incluso desconocen esta posibilidad. No obstante las creencias en los aparecidos y la posibilidad de la manifestación del espíritu están arraigadas sobre todo en las personas de más edad.

    Desde la década de 1940 se abrió en Cifuentes la iglesia  cristiana de Los Pinos Nuevos que aglutinó un grupo de apenas diez u once familias, algunas de las cuales conservan esta pertenencia. En 1958-59 se fundó la iglesia Pentecostal a cargo de una familia canadiense que alcanzó gran impacto entre los campesinos y pobladores de Pueblo Nuevo, barrio pobre de los alrededores del poblado, uno de los miembros no era activo dentro de la misión, Arturo era el esposo de una de las hijas  de la familia y éste por su parte contribuyó notablemente al desarrollo del deporte entre los jóvenes pues era un excelente basquebolista y aglutinó un buen movimiento deportivo junto a él.

    En la actualidad se mantienen estas dos iglesias, la Pentecostal escindida en dos fracciones. Se abrió posteriormente en la Avenida Rolando Morales un templo Metodista. A todas estas iglesias acude un numeroso grupo de creyentes, sobre todo jóvenes.

    La denominación Testigos de Jehová mantienen una activa labor de proseletismo y realizan sus reuniones en los hogares de algunos miembros. También existen seguidores de la iglesia Adventistas del 7mo día que se reúnen para sus cultos en San Diego del Valle.

    Uno de los males que determinan con más frecuencia la asistencia al curandero son los ojos de pescados por lo demorado que resulta su cura con los médicos ya que es un virus. Se conocen diversas formas de curación. Algunos sencillamente cuenta las protuberancias y dicen al enfermo que ya pueden irse que están curados, un caso típico acostumbraba a comprárselos al enfermo, por razones comprensibles los pagaba a centavo; muchos hacen tantas heridas en la corteza de algún árbol como ojos de pescado traiga el consultado.

    Para  la cura de la “seca”, generalmente emplean cuchillos, hojas de naranja, tijeras, velas encendidas, fósforos y a veces ranas. Una de las formas que más he visto  es la que el curandero pide al enfermo poner su pie descalzo en el suelo y pregunta: ¿Qué corto aquí? El enfermo responde:-Una seca pasmada, el curandero agrega:-Levanta el pie que ya está curada. Lo repiten nueve veces pasando por la planta alguno de los elementos señalados. Si son hojas de naranja se ponen en cruz y se van cortando, al final deben quemarse.

    Para la erisipela se sigue el sistema de la seca respecto al número de veces que se dice la oración y el proceder con las hojas de naranja, insisten en que la cura se hace por los bordes para que no se expanda. En la oración,  de algunas palabras no se conoce el significado ya que al pasar de un informante a otro se recuerda más el sonido que  el propio grafema. 

    Una dolencia menos conocida es el tabardillo, palabra con la que se conoce la insolación. El curandero prepara con una toalla una especie de turbante alrededor de la cabeza del doliente y coloca sobre el cráneo un vaso de agua bocabajo. Aseguran que se ven burbujas debido a la salida del sol.

    En Cifuentes contamos con creencias populares, vinculadas con la oralidad tenemos los augurios y conjuros. Los más cotidianos son el Solavaya que endilgan a la lechuza que pasa, a la tojosa que arrulla, al carro fúnebre. A la gallina que canta como gallo, se le dice “Que se ensuelva en ella”, si aparece una brujería en la puerta lo más eficaz es orinarse sobre ella y para botarla cogerla con la mano izquierda, al abrir una botella de ron el primer chorrito se le echa al piso como ofrenda a los santos (Momento exacto en que el goloso del grupo dice:--poquito, que se acostumbran), el primer zapato en poner debe ser el derecho para que todo ande bien, las uñas no se cortan los domingos para evitar bochornos, el 31 de diciembre casi todo el mundo lanza agua por la puerta del frente para que se lleve lo malo, otros se pasean con maletas para asegurar algún viaje, los sillones no se dejan moviéndose solos pues se muere el más viejo ( mis compañeros de la Casa de Cultura saben por qué yo los detengo inmediatamente). Aún en los campos se acostumbra a echar las cabañuelas, lo que consiste en poner doce puñaditos de sal sobre una mesa en la noche del 31 de diciembre, cada uno representa un mes del año. Luego en dependencia del grado de humedad que se aprecie en cada uno se pronosticará la posible lluvia. Resultan  curiosas las creencias en torno al día de San Juan, el 24 de junio. Junto a la frase de que San Juan las cría y San Pedro las revienta referidas a la cantidad de moscas que proliferan por esa época, se acostumbra a cortar ramas de Ateje que se colocan en las canales de las casas de campo para evitar que le caigan los rayos, se advierte que quien no se bañe ese día de seguro lo invadirán los bichos en sus partes íntimas y se acostumbraba a predecir el futuro económico de la familia poniendo dos pedazos de una misma papa debajo de la cama, una pelada y otra con la corteza. Al día siguiente a tientas se buscaba una de ellas. Si encontraba la pelada, las cosas irían mal. Este aspecto cuenta con una riqueza enorme que requiere una investigación más extensa.

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