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    Para el viajero que pasa de prisa. Cifuentes es sólo unas pocas calles y mucho campo, abundantes fuentes de agua, campiña que reverdece cada primavera y formas de vida que lo tipifica como un pequeño pueblo de campo, mas  ahondar en sus esencias nos descubre una riqueza insospechada de costumbres, creencias, espiritualidad, arraigo, contradicciones y muchos deseos de crecer. Como el agua de los diversos ríos que lo bordean es cristalino y correntón, susurrante y siempre esperando desbordamientos. Quien se detiene entre nosotros podrá descubrir lo que bulle en sus soleadas calles y en sus trillos y serventías.

    El municipio Cifuentes se encuentra situado en la zona central de la provincia Villa Clara, en una gran llanura que sólo alteran pequeñas elevaciones por el  sureste y suroeste. Es un municipio mediterráneo pues sus límites los comparte con cinco municipios, por el norte con Sagua la Grande; limita con Encrucijada 26 Km por el noroeste, a continuación 6 Km. por el este con  Santa Clara, al suroeste lo hace con Ranchuelo durante 37 Km. Cierra su perímetro por el oeste por 13 Km, con Santo Domingo. Por el noroeste una parte del municipio limita con la presa Alacranes.

    Cifuentes, tres versiones se refieren al porqué de este nombre: pudo ser la transposición del topónimo de la ciudad de igual nombre en Guadalajara, España; o por haber tomado agua de los innumerables manantiales presentes en nuestro suelo. Es posible también que nuestros ancestros apodasen así el lugar tomando el apellido del comerciante José Cifuentes, propietario de una popular posada y del que poco se conoce hoy en día, lo cierto es que este apellido existió en el siglo XVIII en la zona central del país.

    Realmente nadie puede asegurar con suficientes elementos la razón por la que nos llamamos Cifuentes. Cada quien escoge la explicación que considera más acertada.

    La que cuenta con más adeptos entre el pueblo se refiere a la existencia de un comerciante llamado José Cifuentes. A su favor tiene esta hipótesis la cantidad de informantes que lo sostienen y llegan a señalar el sitio donde radicaba el comercio;  pero no se ha localizado ninguna prueba documental y la oralidad ubica a este comerciante  en una época muy posterior a  otros documentos que prueban que ya desde la mercedación se hablaba del llano de Cifuentes, por lo que mi opinión es que este hombre, si existió, no dio nombre al pueblo sino que lo tomó de él y debió tener otro apellido. Se ha comprobado la existencia del apellido en la región vinculado al cultivo del tabaco y un pardo de profesión sastre nombrado Francisco Cifuentes fue de los remedianos que fundaron Santa Clara. Pero sólo son pistas que no hemos logrado seguir.

    En la provincia de Guadalajara, España, existe un sitio de igual topónimo y allí se ha definido que su nombre obedece a la abundancia de fuentes de agua  y a la contracción gramatical de cien fuentes. Si consideramos que también contamos con abundantes fuentes de agua, esa sería una explicación plausible.

    No falta la leyenda de un hacendado que por accidente rompiera una fuente en casa de un labriego y desagravió enviando de regalo a la dueña  cien fuentes.

    Numerosas dudas nos asaltan. ¿Habrá emigrado el tal José desde el Cifuentes ibérico? ¿Habrá tenido otro apellido? ¿Sería propietario de alguna de las muchas vegas de tabacos existentes en la hacienda Maguaraya, conociendo que este apellido estuvo vinculado en la neocolonia al comercio de la aromática planta?

    Pero para colmo de  males este investigador encontró en el Archivo Nacional un censo de 1813 que con letra bien clara y de impecable caligrafía  encabezaba el legajo con el nombre de  Sinfuentes, y en un plano de la  Jurisdicción acerca de la Tenencia de Gobierno e Sagua la Grande confeccionado en 1848 aparece  escrito Sifuentes, todo lo que que echa por tierra las hipótesis anteriores.

    Un poeta nos llamó Cuatro Terrones, otro, Estación de Tránsito hacia los Sueños, desde mediados del siglo XX nos reconocen como el Oasis Villareño pero no logramos hacer olvidar que producto  de la pobreza que nos azotó durante la república neocolonial  y la pérdida de categoría como municipio al pasar en 1902 a ser barrio de Sagua la Grande frecuentemente se escuchara desde una ventanilla que pasaba de prisa ¡Cifuentes, ni los perros ni las gentes!

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    • 1 año atrás
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